El teletrabajo no va con todas las personas. Hay quienes
prefieren acudir a la oficina, echan de menos las conversaciones con sus
compañeros, los cafés, el ruido – tanto que se ha creado hasta aplicaciones
que los reproduce – y no consiguen
separar del trabajo la acción de ir a la oficina.
Luego hay otras personas que están encantadas, que les cunde
más el tiempo y que prefieren trabajar desde casa en lugar de desplazarse e invertir tiempo en hacerlo.
Decidirse por una fórmula u otra también depende de otros
factores, como tener hijos en casa. Pero de eso ya hablamos, cuando comentábamos
que teletrabajar
en pandemia no era teletrabajar.
Entonces seguramente nadie se podía imaginar que la pandemia
sobreviviese los 40 grados a la sombra. Y, sin embargo, ahí está, reinando una
segunda ola que se vuelve a llevar por delante vidas que aún tenían mucho por
delante.
El coronavirus se ha instalado en el mundo y parece que a
corto plazo no se va a mover, así que hay que activarse y adaptarse a la
situación, pero sin resignación. Esto pasará.
Todo alrededor de este virus se ha tenido que transformar porque
ha roto el statu quo y lo que antes era
considerado normal, como toser, estornudar o dar un beso a modo de saludo se ha
convertido en objeto de sospecha.
Por su parte, las empresas con sus sedes también están
viendo cómo la oficina va a tomar un papel menos relevante con el auge del
teletrabajo que ya ha sido
legislado. Las oficinas del futuro
de las que tanto se hablaba, flexibles, sin puestos fijos, ya son presente.
Y todo este cambio incluye tanto la forma de diseñar los
espacios por parte de los arquitectos y decoradores, como a la manera de
relacionarse y construir identidad corporativa y sentido de pertenencia.
Esto último era lo que, en muchos casos, representaba una
oficina para sus trabajadores: el lugar de
referencia y el continente desde el que todo partía. Sin embargo, es
posible que en el futuro esté más difuminado, aunque no se borrará en los
próximos años porque el ser humano es un ser social. Necesita de otro para
formarse, para reconocerse y para sentir que la vida tiene sentido, incluso, en
este contexto.
Construir objetivos comunes, espíritu de equipo y
reconocimiento en los valores de la marca será cada vez más difícil al trabajar
siempre de manera más individual, perdiendo también parte de esa comunicación
no verbal.
¿Las previsiones para 2050 de ciudades y núcleos urbanos más
poblados se mantendrán? Pues no sabemos. Hasta
la ley del teletrabajo habla de fijación de población en zonas rurales gracias
a la tecnología – en el caso de que se decida apostar por ello y dotarla de
infraestructuras pertinentes, claro. Lo que es seguro es que la oficina tal y
como la habíamos entendido hasta marzo de 2020, y por ende, la empresa, no
volverá a ser como antes.