En el momento actual se está
hablando mucho de salud, pero la mayoría de las veces está referida a la
física. Pero, ¿qué hay de la salud mental? ¿Es menos importante? Tras hacernos
esta pregunta y muchas más, decidimos elaborar una entrevista a una persona
experta para que nos ayudara a entender mejor.
Ángela Rodríguez es psicóloga general sanitaria y actualmente ofrece terapia por videollamada a través del proyecto www.umaiterapia.com . Tiene una visión biopsicosocial de la salud y trabaja con dificultades relacionadas con la ansiedad, la depresión, gestión emocional, así como altas sensibilidades o problemas que se puedan ver reflejados en el cuerpo.
El confinamiento significa muchas cosas: falta de libertad, pero también que hay una pandemia fuera que impide que se puedan hacer las cosas con normalidad, ¿cómo nuestro cerebro puede digerir eso? ¿No es demasiado complejo?
Por un lado, el ser humano en general tiene
una alta capacidad para adaptarse a cualquier circunstancia. Para ilustrar este
hecho podemos observar otras realidades más duras como pueden ser guerras, los
campos de concentración o situaciones actuales que pueden vivir los refugiados
y cómo, a pesar de las situaciones extremas, se busca una forma de
supervivencia en ellas. Si lo pensamos por un momento podemos tomar un poco de
distancia y confiar en esta capacidad adaptativa.
Por otro lado, nuestro cerebro lo va a
digerir según el tipo de interpretación que hagamos de la situación. Es decir,
la situación objetiva es que hay una pandemia y durante un tiempo estamos en
casa para evitar contagios y la saturación del sistema sanitario. Si pensamos
que esto es horrible y que no lo podemos soportar, nuestras emociones y nuestro
cuerpo van a reaccionar en consonancia. En cambio, si pensamos que al estar
confinados estamos participando en que haya menos casos y nos enfocamos en todo
lo que tenemos y lo que nos permite esta situación, estaremos dando otra
información a nuestro cerebro y por ende nos sentiremos diferente.
Nuestro cuerpo y mente están preparados para situaciones de amenaza, la complejidad aparece cuando nos alejamos de confiar en ello y ponemos nuestra atención en pensamientos que transforman la realidad según nuestras preocupaciones.
Se habla mucho de salud física, ¿pero qué hay de la mental? ¿crees que se habla poco?
Mi opinión en este sentido es que creo que
se habla poco de la interrelación que hay entre mente y cuerpo. En la sociedad
actual se presta mucha atención a la salud física relacionándola sobre todo con
ausencia de enfermedad y con el aspecto más estético de “tener buena
apariencia”. Cada vez hay más conciencia de esto y se van viendo posturas más
integradoras que no nos cortan en dos como si no tuviera nada que ver la una
con el otro.
En cuanto a la salud mental, la tradición ha
sido relacionarla únicamente con la locura, creando tabús y creencias sociales
alejadas del verdadero propósito de la psicología. Esto tiene que ver mucho con
la cultura porque, por ejemplo, en Argentina está totalmente normalizado que al
igual que todo el mundo tiene su médico de cabecera también tiene su psicólogo.
Como sociedad nos falta educación emocional y de gestión mental y esto se
podría mejorar dando más espacio a la psicología en la salud.
En definitiva, pienso que la salud mental es fundamental por lo que habría que darle muchísima más importancia de la que se le da. Aun así creo que se está avanzando poco a poco y quizás esta situación sirva para normalizar y valorar más la psicología y a los profesionales que nos dedicamos a ella.
¿Cómo afecta la falta de sol a nuestro organismo y humor?
La luz solar está relacionada con la
serotonina que es una de las hormonas relacionadas con nuestro estado de ánimo.
Podemos observar esto con los cambios que se pueden producir según la estación
en la que estemos. En cambio, hay muchos países que cuentan con menos luz solar
que el nuestro y no significa que todos estén tristes. Hay muchos factores que
influyen en el estado de ánimo de una persona.
Mi sugerencia es que abramos el foco y busquemos formas de adaptación que estén en nuestra mano. Respecto al sol, si contamos con un espacio al aire libre, utilizarlo para que nos dé directamente 20 minutos al día. También podemos aprovechar si en algún momento da en algún lugar de la casa, abrir la ventana y situarnos en esa habitación donde pueda sentirse. Otra opción es aprovechar las salidas a la compra para poner atención en ir por el camino soleado. Y sobre todo, darnos cuenta de que nuestro estado de ánimo no solo depende de una única variable, por lo que podemos centrarnos en utilizar las estrategias o los recursos que tengamos para regular nuestro humor.
Muchas personas comentan que no pueden dormir porque no están cansadas, ¿crees que esto puede desencadenar en un problema mayor? ¿Cómo podría evitarse?
En general las recomendaciones que se están
haciendo en este campo son las de tener una rutina, hacer ejercicio físico en
casa, llevar una alimentación saludable y contactar con nuestros seres queridos
por videollamada. Muchas veces los problemas de sueño se pueden dar también por
un exceso de preocupación y de activación mental y emocional. Algo que nos
puede servir es introducir prácticas que nos ayuden a ir relajándonos antes de
ir a dormir y evitar la sobreinformación.
Ahora bien, en este tipo de situaciones es muy importante poder consultar con un profesional. Cada persona tiene unas circunstancias únicas y no se puede dar una solución que sirva para todo el mundo. Al igual que cuando a uno le duele la barriga va al médico, en estos casos también habría que ir a un psicólogo o a un sanitario que pudiera valorar qué variables pueden estar afectando y cuál sería el tratamiento individualizado que le puede ir bien.
Creemos que todas las personas que trabajan fuera están sometidos a un fuerte nivel de estrés – de trabajo y emocional -. En este sentido, la profesión sanitaria es muy vocacional y, quizá, se les prepare para ello, pero, ¿Qué hay de otras actividades esenciales como supermercados, transporte, etc.? ¿Cómo pueden afrontar esta situación?
Esta pandemia es algo nuevo para todos, es
una situación excepcional que no habíamos vivido nunca, por lo tanto no estamos
preparados para ello y estamos aprendiendo sobre la marcha independientemente
de nuestra profesión.
Respecto a la vocación que comentas no es un
factor protector para el estrés. Como comentaba antes, hay poca psicoeducación
en la sociedad. Ahora más que nunca se hace visible la necesidad de integrar la
salud mental en todas las esferas para que así podamos conocernos más y contar
con estrategias para la gestión emocional y mental.
En cuanto a cómo podemos afrontar la
situación, nos puede ayudar poner la atención en lo que cada uno podemos
aportar a nivel colectivo para gestionar esta realidad. Quizás esta crisis nos
ayude a valorar cada profesión y como cada cual podemos aportar una parte importante.
Poniendo un ejemplo, normalmente comemos cada día de forma automática, muchas veces viendo la tele o sin apreciar ese momento. Ahora podemos reflexionar y darnos cuenta que para que nos podamos comer una tostada con tomate para desayunar hace falta el trabajo, el tiempo y el esfuerzo de muchas personas hasta que el alimento llega a tu mesa. Aumentar conciencia en esto nos aportará una mirada más agradecida y puede promover un consumo más responsable y más valor cuando una persona nos brinda un servicio con su trabajo.
¿En qué grado influye la comunicación que se está haciendo del COVID19 en la erosión del ánimo de las personas?
Cuanto más expuestos estemos a la información, más afectará a nuestro estado anímico. La sugerencia en este tema es evitar la sobreinformación ya que ésta alimenta la sensación de miedo y de falta de control y realmente no tiene un beneficio en nuestra salud. Cada medio lo estará exponiendo a su manera y somos las personas las responsables de decidir qué queremos consumir. Con que sepamos como máximo 3 veces al día lo que está pasando y no más de media hora ya sería suficiente.
¿Crees que quedarán secuelas psicológicas de esto?
Estamos viviendo una crisis fuerte y cada
persona tiene su propia vivencia. Está claro que habrá aprendizajes,
reflexiones y cambios en cada uno de nosotros. Nos encontramos con situaciones
de duelo, de rupturas, de cambios de dinámicas. Es algo a lo que ahora mismo
nos estamos adaptando como podemos con los recursos que contamos.
A partir de ahí, las consecuencias posibles
a nivel de salud dependerán de las circunstancias y de las herramientas que se
hayan tenido para afrontarlo. Se habla de colectivos más vulnerables que son
los niños, adolescentes, personas mayores, sanitarios y personas que hayan
tenido pérdidas. En este sentido sería muy beneficioso contar con especialistas
para poder atender a quién lo pueda necesitar.
Lo positivo es que estamos viendo una gran motivación de la sociedad por participar y ayudar al colectivo, se están ofreciendo numerosas opciones para que cada uno podamos coger lo que creemos que nos puede ser beneficioso para gestionar las emociones que están surgiendo y en general esta situación.
Si no es aventurarse mucho, ¿qué medidas se podrían tomar desde la Administración para prevenir todas estas secuelas?
En relación a lo que decía anteriormente
creo que es el momento de que hagamos cambios. Quizás uno de estos puede ser
que se cree más espacio e importancia a la salud mental, para ello sería
indispensable que se abrieran más plazas en la sanidad pública. El problema que
tenemos es que actualmente existen muy pocos psicólogos y es muy difícil acceder
a ellos, además de que como están colapsados el servicio que ofrecen es de una
atención muy espaciada. Es por eso que muchas veces la única opción es ir a
terapia privada y no todo el mundo puede permitírselo.
Asimismo pienso que sería muy positivo poder
ofrecer terapia a las personas sanitarias que actualmente están sufriendo mucho
estrés y que será necesario para que lo puedan gestionar una vez pase todo
esto. Este servicio psicológico para los sanitarios creo que debería de ser
algo continuado, no solo por esta pandemia. Dar más peso a los psicólogos
reduce enfermedades, aumenta la calidad de vida y reduce costes públicos. Ojalá
esta pandemia nos dé impulso para poner el foco en lo importante como es la
salud, los cuidados, la sostenibilidad y se aumente la responsabilidad
individual y colectiva en cuanto al bienestar común.