Aprovechar el confinamiento para volver a ser protagonistas de nuestra vida

Hace un par de semanas asistimos a una charla que daba PWN Madrid – Profesional Women Network – en su iniciativa de Conversaciones CON, impartida por Isabel Casas, coach y mentora de PWN Madrid, quien, junto a otras personas, también han creado la iniciativa de Media Hora Contigo.

El título era del todo sugerente y útil para el momento actual: “10 tips para convertir el confinamiento en un periodo de aprendizaje personal» y las expectativas se cumplieron con creces. A veces se necesita un pequeño manual de instrucciones para entender todo lo que pasa dentro de nuestro mundo interior, comprenderlo y asumirlo como propio, sin vergüenzas, sin juzgarlo.

A continuación, intentaremos resumir, a través de las notas que tomamos, esos 10 tips que nos plantearon:

  1. Definir dónde estoy. El saber dónde estamos es útil para conseguir un compromiso con nosotros mismos y con la situación. Antes de llegar a ello se pasan por distintas fases como la negación, la resistencia o el miedo, para, finalmente, llegar a la aceptación y al compromiso. Estas fases son las mismas que se encuentran en la llamada curva del cambio, y no hace falta que llegue una pandemia para hacernos sentir así, en ese sube y baja de emociones.
  2. Explorar los miedos. La incertidumbre desencadena toda una suerte de sentimientos relacionados con la intranquilidad en todas sus facetas, escalas y colores. Las personas tienden a querer tener todo bajo control y la incertidumbre no lo permite, máxime en una situación como la actual, algo tan complejo y desconocido que ni desmenuzándolo lo podríamos controlar.
  3. Superar los miedos. El miedo es libre e irracional, pero no se puede vivir permanentemente con él porque entonces nos convertimos en víctimas de nuestra vida, en lugar de protagonistas. Y, aunque sea algo evidente, a veces se nos olvida que nosotros somos los protagonistas de nuestra propia vida y que podemos elegir cómo queremos sentirnos ante cualquier situación. Generar pensamientos positivos y constructivos es el mayor salvavidas que nos podemos lanzar.
  4. Vivir la aceptación. ¿Qué es lo que más me cuesta aceptar y qué significa para mí aceptarlo? Esta pregunta es un viaje de introspección, un viaje que desordena y tambalea los rincones más profundos y hace que dejemos de tener esa mirada obtusa. ¿Es tan grave?
  5. Recursos naturales. Por fortuna la experiencia tiene su momento de gloria en situaciones así porque, salvando las distancias, en otras vivencias hemos desarrollado una serie de habilidades y herramientas con las que poder contar y utilizarlas para, sencillamente, intentar vivir mejor.
  6. Cultivar la gratitud. Dar las gracias nos devuelve al presente, que es el lugar donde tenemos que estar; saltar al futuro o volver al pasado solo hace que nos perdamos cuanto acontece ahora. Dar las gracias significa no dar las cosas por descontadas, es ponerlas en valor, saborearlas y valorarlas. El agradecimiento empodera, la queja debilita.
  7. La abundancia. Este aspecto está muy relacionado con el anterior porque se trata de darse cuenta de que lo ya se tiene, de todo lo logrado. El virus – cualquier virus – tiene la mirada de la escasez.
  8. El sentido del humor. La risa relaja, quita dramas y da años de vida. Además, cuando es compartida también traslada todos sus beneficios al entorno, algo tan importante y primordial en esta situación de confinamiento. Generar un espacio positivo y saludable es fundamental para, también, mantener en forma a las defensas.
  9.  Lo humano. Las redes de colaboración, la sociedad, la cooperación…No somos islas y todos nos necesitamos los unos a los otros. Todas las personas somos parte y podemos involucrarnos cuanto queramos para promover esas iniciativas que se están llevando a cabo, esas muestras de solidaridad, de agradecimiento.
  10. El plan de acción. El confinamiento no va a durar eternamente (¡o eso se espera!). Lo que está claro es que no vamos a ser las mismas personas que lo empezamos. En este parón de la vida, del mundo, en este momento en el que no hay que exigir ni que autoexigirse demasiado, nos tenemos que preguntar qué decisiones queremos o tenemos que tomar para ser protagonistas de nuestras vidas. Se trata, casi, de una segunda oportunidad.

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